Un maestro de karate lograba una gran motivación con sus discípulos. Hacía que todos practicaran y se comprometieran con la disciplina.
Uno de sus discípulos Sohan, le preguntó: ¿cómo hace para motivarnos? ¿Cuál es su secreto? Lo aprenderás con el tiempo, respondió el maestro. Sohan insistió, y el maestro le preguntó
¿Por qué estas motivado tú? Me encanta hacer karate, lo disfruto, me da una sensación de ser competente, de libertad y armonía, respondió Sohan. El maestro, volvió a decirle con el tiempo aprenderás sobre la motivación.
Meses más tarde hubo un concurso. Los discípulos se veían más motivados. Cuando llego del día de la competencia, algunos rompían las reglas, daban patadas donde no estaba permitido, los que perdían salían con rabia. Y los que quedaban se alegraban, pero practicaban con rabia. Sohan había salido vencedor, el maestro le preguntó ¿cómo te sientes? Me siento grandioso, soy el campeón. ¿Y qué pasará el próximo mes que tengas que pelear de nuevo? Practicaré con más fuerza, dijo Sohan. Sohan no volvió a ganar. La escuela de Karate se había convertido en un lugar tenso, competitivo, de poca amistad y lleno de envidia. ¿Ahora estás motivado? Preguntó el maestro a Sohan: Claro que sí, me motiva volver a ganar el premio, de ser un campeón respondió Sohan. ¿Y qué paso con tu motivación anterior? Antes te motivaba el karate porque lo disfrutabas, te daba una sensación ser competente, de libertad, y armonía.
Sohan, no dijo nada. El maestro lo llevo al campo y lo animo hacer una fogata, cuando esta se prendió, le dijo: la motivación es una energía, como el fuego de esta fogata. Es la energía que dirige nuestras conductas. Luego, sacó una botella de alcohol y la echo sobre la fogata haciendo crecer el fuego, para tener más energía puedes echarle alcohol desde afuera y así las llamas van a crecer, pero con el tiempo van a consumir la leña interna. Entonces para mantener vivo el fuego solo podrás hacerlo echando alcohol, porque el combustible de la leña se habrá hecho cenizas. Sohan, seguía sorprendido.
El maestro continuo: al principio tu energía para hacer karate ardía con tu propia leña. Lo disfrutabas. Luego vine y eche el alcohol desde afuera: el concurso, el premio. Las llamas que ardieron más fuerte consumieron tu leña interior, haciendo cenizas tus motivaciones iniciales. Ahora existen porque todos los meses hay competencia. Hace un tiempo me preguntaste qué hacía yo para motivarlos tanto, Lo que no reparabas es que eras tú quien se motivaba a si mismo haciendo un deporte que le gustaba, en el que es bueno y se sentía feliz.
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